La situación de las personas defensoras de derechos humanos, y en especial del derecho humano al agua, enfrenta graves riesgos en el país, según el estudio “El rol de la persona defensora de derechos humanos en el marco de los procesos sociales vinculados al Derecho Humano al Agua”, presentado recientemente por la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD).
Entre los riesgos identificados en el estudio se señalan: ataques contra bienes materiales, desapariciones y desplazamientos forzosos. La investigación detalla que este último riesgo tiene dos grandes causas “desalojo de las poblaciones para dar paso a la construcción de megaproyectos, o retiro por parte de los individuos ante actos de violencia y amenazas en su contra para salvaguardar su vida e integridad personal”.
Otro de los grandes riesgos a los que se enfrentan quienes defienden el derecho al agua es la estigmatización. “La estigmatización contribuye a un mayor aislamiento por rechazo social de las personas afectadas y aumenta el riesgo al cual están expuestas, ya que se incrementan las posibilidades de que otros actores realicen acciones violentas contra los y las defensoras del medio ambiente y el agua”, dice la investigación.
Pese a los riesgos que la defensa de derechos humanos representa, en El Salvador las personas que realizan esta labor se mantienen firmes en sus espacios organizativos. FESPAD documenta este escenario a través de la historia de reconocidas/os defensores, entre ellas integrantes de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), la Alianza Nacional contra la Privatización del Agua y la Mesa por la Sustentabilidad de los Territorios de Sonsonate (MESUTSO).
“Necesitamos educarnos, concientizarnos de cómo estamos en cuanto a acceso y calidad de agua, que estamos en una crisis hídrica, pero principalmente educarnos que somos ciudadanos y sujetos de derecho, que hay un Estado que es el garante y que tiene que asegurarnos que tengamos agua de calidad y suficiente para abastecer a nuestras familias ; es necesario
esa sensibilización, así vamos a tener la capacidad de demandarle al Estado respuestas más responsables e inmediatas”, explicó Carolina Amaya.
“Soy una mujer originaria cuyas raíces están en este lugar, por lo tanto, ese amor que una le tiene a su tierra es lo que lo impulsa a luchar, porque es bien difícil las realidades que vivimos; cuidar y proteger un bien como este río (Sensunapán)”, expresó Sofía Morán para la investigación de FESPAD.
“Amenazas, discursos de odio que es lo más común en este momento, sobre todo en las redes sociales; desprestigio, descalificación son cosas que suceden todos los días para los que estamos expuestos a los medios”, advirtió Amalia López.