El Río Sensunapan, o el “abuelo río”, significa un patrimonio ancestral para las comunidades indígenas, por su valor ambiental y cultural.
Además de ser un fuente de vida para las familias que habitan en su rivera, el “abuelo río” guarda lugares sagrados o de paraje. Estos sitios son utilizdos por las abuelas y los abuelos para comunicarse con sus guardianes, tradición que ha resistido pese a la masacre de 1932.
Para preservar estos sitios, por 18 años las comunidades de Sisimitepet y Pusthan, junto a la Mesa por la Sustentabilidad de los Territorios de Sonsonate (MESUTSO), han resistido a la instalación de una octava represa sobre el Sensunapan. “Lo que nosotros decimos es que la octava hidroeléctrica le daría el tiro de gracia al río”, explicó Enrique Carías, integrante del Comité Indígena para la Defensa de los Bienes Comunes de Nahuizalco.
“A pesar de las medidas cautelares dictadas por la cámara ambiental de segunda instancia el año anterior poco o nada se ha hecho en el orden de dar cumplimiento a las mismas por parte de Ministerio de Cultura, Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y alcaldía; recientemente y con fecha 13 de junio de 2022 la Cámara Ambiental de Segunda Instancia, concede a solicitud de los ministerios antes mencionados la ampliación de la vigencia de las medidas cautelares para el caso, emitidas en 2021, por esta cámara hasta septiembre de 2022”, reclamaron a través de un comunicado.
Las comunidades exigen a las autoridades reconocer los sitios sagrados y que se prohíba la instalación de otro proyecto hidroeléctrico.
Junto a periodistas y una delegación de la organización de cooperación internacional Paz con Dignidad, la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) realizó un recorrido por algunos de los sitios sagrados del Sensunapan.
Los sitios sagrados o lugares de paraje
Para las comunidades indígenas, los sitios de paraje son lugares naturales: manantiales, cuevas, peñas, pozas y barrancos, que forman parte o están contiguo al Sensunapan y los otros ríos que tenemos cerca; así como cerros, caminos y barrancos. En algunos de ellos, como parte de su espiritualidad, han colocado centros ceremoniales siguiendo las indicaciones de ancianos y ancianas, que aún recuerdan los lugares donde antiguamente realizaban ceremonias e invocaciones, los que se relacionan a la presencia de los espíritus guardianes.
Las abuelas y abuelos utilizan los sitios de paraje para comunicarse con sus guardianes, buscando sabiduría y protección, tradición que a pesar de la masacre de 1932 aún es practicada por algunos tatas y nanas. Para algunas personas su presencia significa castigo por abusar de la naturaleza y no mostrar solidaridad con la comunidad, mientras para otras son advertencias de peligros o avisos de malos momentos.