Las actuales crisis climática, ecológica y alimentaria impactan a las comunidades, principalmente a las más vulneradas. Por eso, es necesaria la articulación local para la defensa de derechos, el impulso de alternativas sustentables y resilientes, y la construcción de soberanía alimentaria.
Con estas premisas, comunidades, pueblos indígenas, juventudes, mujeres, defensoras y defensores de la Mesa por la Sustentabilidad de los Territorios de Sonsonate (MESUTSO) y de la Mesa por la Sustentabilidad del Agua y el Medio Ambiente de Ahuachapán (MESAMA), participaron en el “Encuentro Ambientalista: Somos Naturaleza Defendiéndose”, un espacio de diálogo y puesta en común de los principales conflictos que afectan a territorios Ahuachapán y Sonsonate.
Se hizo énfasis en los impactos diferenciados que la conflictividad tiene en la vida de las mujeres. Ellas, a quienes la sociedad capitalista les impone las tareas del cuidado en el hogar, enfrentan en primera línea las crisis y, en colectivo, construyen alternativas para enfrentarlas.
El espacio permitió reconocer que el primer territorio de defensa son nuestros cuerpos, los cuales han sido invadidos y saqueados al igual que la tierra por interés mercantilistas que ponen en juego la vida y la salud de mujeres, hombres, y la vida de los ecosistemas; producto de la puesta en marcha de proyectos de muerte que contamina nuestros territorios.
Se denunció la alarmante situación en la que viven las comunidades empobrecidas ante el papel del Estado con el otorgamiento de permisos ambientales que amenaza con la vida y la salud de los ecosistemas y de sus habitantes.
Frente a estos escenarios, a través de un posicionamiento, las comunidades señalaron que es necesario “evidenciar que los efectos del cambio climático tienen impactos diferenciados en la vida y la salud de las mujeres, juventudes y grupos en mayores condiciones de vulnerabilidad en el acceso al agua, alimentación, al trabajo, etc., aunado a la violencia generada por los sistemas patriarcal y capitalista”.
Agregaron que les preocupa “el mal papel del MARN, ASA y MAG en el manejo de la crisis alimentaria y de la vida que existe en el país y el poco interés por proteger los bienes comunes, suprimir practicas depredadoras y nocivas para la vida”.
Ante los desafíos del contexto, comunidades, pueblos indígenas, juventudes, mujeres, defensoras y defensores se comprometieron a articular esfuerzos para impulsar iniciativas de defensa del territorio-cuerpo y la vida, y demandaron al Estado:
1-Se garantice el derecho humano al agua, a la alimentación, a la salud y a un ambiente saludable para todas y todos.
2-El cese a las políticas represivas que vulneran derechos y criminalizan a las juventudes empobrecidas y a la persecución política de las defensoras y defensores ambientales y del agua, organizaciones comunitarias, y que el Estado cumpla y asuma una postura de protección de los derechos humanos y ambientales.
3-Se establezcan espacios de participación y diálogo entre las instancias del Estado y los colectivos de defensoras/es ambientalista, para la construcción de políticas y estrategias de resistencia frente al cambio climático y reconocer la experiencia de las juventudes, mujeres, pueblos indígenas, campesino, etc., que son los más afectados e invisibilizados en la crisis ambiental.