En el Día internacional de la mujer, es necesario, hoy más que nunca, reivindicar los derechos de las mujeres, derechos que con lucha han sido conquistados y a los que no podemos permitir dar marcha atrás.

Después de un año de pandemia por COVID-19, es preocupante ver la manera en que se ha gestionado esta crisis, impulsando una amplia cantidad de medidas a fin de prevenir los contagios por este virus, en las cuales se evidenció la ausencia de un elemento fundamental para la promoción de medidas desde el Estado: la incorporación del enfoque de género. En tal sentido, dichas medidas tuvieron repercusiones directas en la violencia que enfrentan las mujeres y que generaron un alza en los casos de denuncia y violencia de la que mujeres fueron víctimas.

Es necesario partir reconociendo la amplia brecha de género que existe en nuestra sociedad para identificar la situación y condición diferenciada en que se encuentran las mujeres, las raíces de la desigualdad y la inequidad, y la necesidad de transformar las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres para promover las anheladas transformaciones que queremos para nuestra sociedad. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de agudizar la ya existente desigualdad de género en nuestra sociedad y seguir ampliando esa brecha que tanto esfuerzo, luchas y años ha costado reducir.

Es fundamental reconocer que las mujeres son pilar en las luchas por la defensa de los derechos humanos, la defensa de los bienes naturales y los territorios, y sobre todo, que son sujetas de derechos cuya voz es importante escuchar y amplificar. La crisis ambiental que vivimos genera impactos desproporcionados en las mujeres. La falta de marcos legales en el país que garanticen el Derecho Humano al Agua, el Derecho a la Alimentación, la prohibición del uso de agrotóxicos, y la falta de una Ley de Cambio Climático, entre otras, tiene afectaciones diferenciadas en las mujeres, entre las que resalta la generación de una doble e incluso una triple jornada laboral, ya que por la división sexual del trabajo, son a quienes se les ha impuesto la tarea de abastecer sus hogares de agua, leña, alimentación, etc.

En tal sentido, cuestionamos la doble moral del gobierno, por preocuparse más por un monumento y pared manchada en el marco de una movilización, que por dar respuestas a las demandas concretas de las mujeres. Nos indigna que el gobierno se lamente y proteste más por paredes que claman justicia y que al final de la tarde son restauradas.

¿Quién repara la vida de las desaparecidas?

¿Quién repara la vida de las asesinadas?

¿Quién repara a las víctimas?

¿Quién repara todo el daño ambiental en los territorios a causa del extractivismo de este sistema capitalista?

¿Quién repara el daño causado por los proyectos de muerte que matan nuestros bosques?

¿Quién repara el daño que la acumulación de capital de los más ricos genera en la población empobrecida y despojada de sus territorios?

Nos indigna que se invierta más en la estética que en la justicia en El Salvador.

Como ecofeministas, reconocemos que es imposible plantearnos la vida humana al margen de los ecosistemas y la naturaleza, y que somos las mujeres quienes estamos en primera línea de resistencia por la defensa de la naturaleza y de nuestros derechos, que enfrentamos un sistema patriarcal y capitalista que atenta contra la vida. En tal sentido, exigimos:

Al gobierno central:

  • Garantizar el cumplimiento de políticas públicas orientadas a eliminar la violencia estructural contra las mujeres.
  • Tomar medidas concretas orientadas a fortalecer la institucionalidad pública y el acceso a la justicia de mujeres defensoras ambientales, como la firma del Acuerdo de Escazú.
  • Garantizar la reparación y acceso a la justicia para mujeres y lideresas defensoras ambientales que sufren persecución.
  • Frenar los abusos de las grandes empresas que explotan los bienes naturales en los territorios.

A las y los diputados electos:

  • Agilizar la aprobación de una Ley General del agua, una Ley de prohibición del uso de agrotóxicos, una Ley de Cambio Climático y una Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria.

A los gobiernos locales:

  • Promover la elaboración de diagnósticos y planes municipales con enfoque de género, así como la elaboración de diagnósticos municipales sobre violencia contra las mujeres, e impulsar acciones que respondan a las necesidades específicas de las mujeres, en concordancia con lo mandatado por la LEIV.
  • Movilizar a las Unidades Ambientales para la protección y defensa de los bienes naturales en los territorios, en respuesta y acompañamiento a las luchas de liderazgos comunitarios.

Honramos la lucha de estas mujeres, las acompañamos y juntas reivindicamos que:

¡Somos ecofeministas en resistencia, y ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista!