El trabajo desde las comunidades es una prioridad para las organizaciones sociales y ambientales, frente al Cambio Climático. Las pandemias, como el covid-19, han dejado claro que la alimentación sana y equitativa para la población son básicas para poder existir en armonía con el planeta. 

La población mundial crece constantemente y está cada vez más urbanizada. La tecnología evoluciona sin cesar y la economía se encuentra cada vez más globalizada. A esto se suma el hambre que provocó la falta de empleo durante el auge del covid-19, como lo ha señalado la Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

A nivel nacional, comunidades y redes como la Mesa por la soberanía Alimentaria, integrada por 19 organizaciones, entre esas UNES, buscan el objetivo común de alcanzar la soberanía alimentaria en El Salvador, en un contexto cada vez más desafiante: la FAO estima que 1.04 millones de personas en El Salvador sufrirán crisis alimentaria entre junio y agosto de este año, a esto se suma la incertidumbre ante el inicio de la temporada agrícola sin que haya políticas públicas o programas que atiendan las realidades en los territorios. 

Las organizaciones han exhortado al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y al Ministerio Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) a que brinden la información oportuna y clara a las y los agricultores. 

Frente a este panorama, es la soberanía alimentaria la solución para cambiar nuestra forma de alimentarnos, y a su vez mejorar las condiciones del planeta. Desde siempre se ha impulsado la concientización ambiental y la implementación de métodos para generar alimentos sanos y libres de pesticidas como los huertos familiares, que han otorgado los alimentos necesarios a diversas familias en la zona de Ahuachapán sur. 

Las hortalizas y verduras han subsanado algunas necesidades básicas para las familias. Para reforzar una dieta más balanceada se ha brindado apoyo solidario entregando gallinas ponedoras para su crianza y que sirvan para la producción de alimentos, gracias al apoyo de la organización Christliche Initiative Romero (CIR).  

El trabajo en las comunidades sigue avanzando por los mismos liderazgos de la zona, un ejemplo claro es la organización comunitaria La Colmena, donde las mujeres se encargan de la producción de alimentos sanos y además de incentivar a otras compañeras en seguir produciendo desde una visión amigable con el planeta.  

El aumento de 2 a 3 grados de los gases de efecto invernadero han cambiado la forma de sobrevivencia del ser humano, los alimentos se han vuelto más caros y menos nutritivos, lo cual afecta en su mayoría a países con mayores índices de pobreza. Ante la falta de medidas para detener la degradación de la tierra y contrarrestar el calentamiento global, las comunidades siguen demostrando que hay alternativas para la subsistencia, lo que debería servir como ejemplo para el Estado a fin de que garantice el derecho a la soberanía alimentaria.