“Entender el territorio como un lugar de conocimientos, pero donde hay una memoria que es viva, que permite ir y venir entre todas las propuestas, que genera alternativas a partir de las memorias ancestrales y que facilitan un proceso de sanación colectiva”.

Redacción: Josseline Roca/ Fotografía de referencia: Andrea Padilla

Las mujeres indígenas han propiciado “una mirada inédita” y visibilizan otras maneras de hacer política, a través de nuevos lenguajes; desde la poesía, historias gráficas, el arte y la pintura, expuso Astrid Ulloa, antropóloga referente en la Ecología Política Feminista y profesora del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia, durante la cuarta jornada del Diplomado en Ecofeminismos.

En este taller, ecofeministas diversas reflexionaron sobre las resistencias de las mujeres indígenas que permiten “reimaginar lo humano y revertir las desigualdades”, ante los sistemas de opresión que explotan los cuerpos y territorios.

 “Los conocimientos, vivencias, sentimientos, emociones y espiritualidad se centran en la defensa de la vida y reconfiguran las resistencias. A partir de su fluidez y relacionalidad, los feminismos indígenas dialogan con otros feminismos, movimientos sociales y ambientales, pues tienen el potencial de transformar el capitalismo”, explicó Ulloa.

La antropóloga dijo que las dinámicas de las mujeres indígenas se caracterizan por la demanda de participación política, por la construcción de redes de conocimiento, la visibilización de las violencias, el racismo y son contra el patriarcado, el capitalismo y el extractivismo.

Este proceso de reivindicación ha implicado un cuestionamiento al interior de los movimientos indígenas. En las décadas de 1980 y 1990, las mujeres se empezaron a cuestionar por qué no se les reconocía ni se garantizaba su participación política. “En la interlocución con el Estado y con otras organizaciones internacionales participaban más los hombres, no las mujeres, y a partir de ahí se configuraron redes nacionales y transnacionales de mujeres indígenas”, manifestó Ulloa.  

Puede ver la ponencia completa aquí: https://fb.watch/e5yFe9fXZe/

Esto, a su vez, provoca otro tipo de cuestionamientos como las relaciones con los feminismos hegemónicos, “porque consideran que muchos de los planteamientos no representaban sus perspectivas, sus maneras de ser mujeres y concebir esas relaciones de género en sus culturas”.

“A partir de ahí se plantean si ‘género’ y ‘feminismo’ son importantes para las mujeres indígenas y algunas respuestas dicen sí, porque las diferencias son centrales para entender esas dimensiones políticas, desigualdades, violencias que se han exacerbado con una serie de relaciones políticas, sociales y ambientales, las cuales se impusieron desde la colonialidad del género, y permiten entender la invisibilidad”, explicó.

En el señalamiento de las desigualdades sistemáticas e históricas desde la colonia, las mujeres indígenas plantean otras categorías y se posicionan desde sus propias experiencias para reivindicar su participación política.

Los feminismos latinoamericanos, por ejemplo, se distancian de los hegemónicos. “Son feminismos autónomos que generan una dimensión colectiva de toda la elaboración teórica, pero también a partir de esas prácticas concretas de las mujeres indígenas”, afirmó Ulloa.

Por su parte, los feminismos descoloniales proponen descolonizar conocimientos, poder, nociones de la naturaleza, critican el género como una relación colonial, vinculada con la clase, etnicidad, raza y localización, denuncian al Estado y redes paraestatales, así como su relación con la violencia de género, añadió.

Todos esos procesos están relacionados con los “feminismos rebeldes”, que plantean las mujeres zapatistas, sostiene Ulloa. Estos convocan a un proceso de reconocer las demandas y la justicia para las mujeres. Además, permite las conceptualizaciones de otro tipo de “ser mujeres”, de “otro tipo de derechos”. Asimismo, la demanda de autonomía cuerpo – territorio y establecer redes de mujeres que definen otras maneras de pensar las relaciones de lo colectivo”.

“Los feminismos comunitarios visibilizan que hay desigualdades internas y estructurales, generan críticas hacia el capitalismo neoliberal, el patriarcalismo y el modelo de desarrollo económico”, sostuvo.

La continuidad de la vida en los territorios está a la base del surgimiento de otra categoría, los feminismos territoriales. Estos posicionan la autonomía, a partir de sus modos de vida y se centran en “visibilizar cómo las desigualdades tienen que ver con las luchas territoriales de las mujeres en la defensa del cuidado del territorio”.

Astrid Ulloa plantea que las propuestas que surgen, a partir de las resistencias de las mujeres indígenas, son principalmente tres: repolitizar la vida, colectivizar las acciones e impulsar medidas que posicionen visiones de otro mundo posible.

La primera está relacionada con la creación de redes transnacionales que generan propuestas, resistencias, confrontación de lo político y reposicionamiento de la vida.

Esta reconfiguración se trata de repolitizar la vida misma como el centro de todo. En el proceso se generan ‘nuevas pedagogías locales’ y se visibilizan otras maneras de hacer política, de forma colectiva, enfatizó.

“Cualquier afectación en el cuerpo-territorio siempre genera una afectación en red. Por ejemplo: un proceso minero afecta en red todos los seres, no solamente un lugar”, detalló.

El desafío es “entender el territorio como un lugar de conocimientos, pero donde hay una memoria que es viva, que permite ir y venir entre todas las propuestas, que genera alternativas a partir de las memorias ancestrales y que facilitan un proceso de sanación colectiva”.

La segunda propuesta retoma el planteamiento de Lorena Cabnal, mujer indígena feminista de Guatemala, quien habla de “acuerpamiento”: “la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos” y la capacidad de generar una acción política y posicionar otros debates alrededor de la vida frente a las opresiones. “Recuperar la alegría, sin perder la indignación”.

Y la tercera, está referida a la lucha por reimaginar lo humano y la convivencia con otras especies, teniendo como horizonte la búsqueda de otros mundos posibles.

Estas reflexiones han sido parte del Diplomado en Ecofeminismos, en el que participan 40 ecofeministas y es apoyado por el Fondo Centroamericano de Mujeres y la Fundación Heinrich Böll.