Durante la quinta jornada del Diplomado en Ecofeminismos, que se lleva a cabo en San Salvador, Carmen Aliaga (Bolivia) y Francisca Fernández (Chile) facilitaron la reflexión sobre los feminismos latinoamericanos, que se caracterizan por el tejido de redes en lo local, en los territorios, contra el capitalismo- extractivismo, colonialismo y el patriarcado.

Por: Josseline Roca/ Foto de referencia: Andrea Padilla

 Las luchas de las mujeres en Latinoamérica están enraizadas en la tierra, en la comunidad, en el territorio; se entretejen desde las propias experiencias y memoria colectiva, frente al colonialismo, el capitalismo extractivista y el patriarcado.

Carmen Aliaga, antropóloga e investigadora boliviana, integrante del Colectivo de Coordinación de Acciones Socioambientales, destacó que en los feminismos del Abya Yala “no se pueden distanciar de la tierra” y caminan hacia sus propios horizontes.

“Nosotras existíamos antes de la llegada de los españoles, antes del colonialismo. Somos nietas y bisnietas de una historia de despojo, de violación múltiple. Desde esa voz y linaje, tenemos nuestras propias luchas y horizontes. Nuestra lucha feminista es irremediablemente comunitaria y colectiva”, dijo.

Para Aliaga, las diversas categorías: feminismos negros, indígenas, campesinos, comunitarios y populares son un “tejido en movimiento”, “danzante” y están en clave anticolonial.

Los actores que promueven el extractivismo: industrias y Estados, saben que las voces de las mujeres tienen “la capacidad política de establecer complicidad comunitaria” para frenar proyectos de muerte. Por eso, afirma Aliaga, intentan detener cualquier tejido comunitario.

“No es una casualidad que los proyectos de destrucción lleguen con la intención de deshacer cualquier posibilidad de quehacer político de las mujeres, que se junten solamente con liderazgos masculinos, que saben que los van a poder comprar (…) Es una intención programada, desde el patriarcado”, señaló.

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Francisca Fernández, feminista socioambiental- territorial chilena, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios, afirmó que “el extractivismo trae violencia y explotación a los territorios”. “La manera histórica que ha tenido el extractivismo y el capitalismo de explotar e instrumentalizar la naturaleza opera de la misma forma que la explotación e instrumentalización de mujeres y de cuerpos feminizados”, indicó.  

“Pancha”, como es conocida en el movimiento social y feminista, sostuvo que en el contexto de los extractivismos (extracción ilimitada y extensiva bajo la lógica de grandes ganancias), la política de la economía de los cuidados se intensifica. A partir de esas resistencias, surgen reflexiones como la de “politizar la cocina”, que no significa normalizar el rol de las mujeres en ese espacio privado, sino visibilizar su importancia para la sostenibilidad de la vida.

“No queremos que nuestra vida sea exclusiva de la cocina, pero sí queremos politizar la cocina como un espacio político de construcción, en donde nos vamos organizando y sosteniendo la vida”, planteó, desde la perspectiva de los feminismos populares.

Asimismo, destacó que la causa por la desprivatización del agua también es una lucha por los cuidados.  

Fernández propuso reflexionar sobre las diversas formas de vivir los feminismos, que tienen como punto de encuentro situarse desde los territorios, desde las experiencias propias. “Feminismos con los pies en la tierra”.  

Entre las diversas categorías de feminismos se encuentran el descolonial, chicano, comunitario, territorial, antiextractivista, campesino y popular, plurinacional, de los pueblos, mapuche feminismo, explicó Fernández. “Un sector de las feministas comunitarias en Bolivia tiene una frase: ¡Hasta la comunidad siempre! Ese es el horizonte de la transformación, la comunidad”, enfatizó.

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Aliaga y Fernández coincidieron en que cada una de las luchas de las mujeres en América Latina suma a un frente común, desde el que se tejen redes y se construye esperanza.

“Desde diferentes feminismos de Abya Yala, desde cada lucha local, desde cada comunidad pronunciándose contra una represa, contra una minera, denuncias por la crisis climática… Todos esos puntos, que pueden parecer esfuerzos locales, realmente son parte de un tejido muy grande que está defendiendo un territorio grande que es Abya Yala, nuestra patria grande”, destacó Aliaga.

Las resistencias de las mujeres que luchan por la naturaleza, por la sostenibilidad de la vida también requieren pensarse en clave de los propios cuidados, del disfrute, del goce, del compartir, del amor.

“A pesar del horror, a pesar de la muerte, nos vamos tejiendo, organizando, vamos construyendo esa consigna tan bella de las y los zapatistas: “la alegre rebeldía”, que nos permite seguir existiendo de manera más amorosa en los espacios vitales, los territorios”, expresó Fernández.

Carmen Aliaga y Pancha Fernández facilitaron estas reflexiones en la quinta jornada del Diplomado en Ecofeminismos, que se lleva a cabo en San Salvador con la participación de más de 40 ecofeministas. El proceso de formación es conducido por organizaciones feministas y ambientalistas, con el apoyo solidario del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM) y la Fundación Heinrich Böll.